sábado, 4 de noviembre de 2017

La musa aprende a escribir. HAVELOCK, Eric A. Paidós Buenos Aires 1996






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La teoría especial de la escritura griega afirma  que el concepto de individualidad y de alma, tal como lo entendemos ahora, surgió en un momento histórico determinado, inspirado en un cambio tecnológico -el descubrimiento y uso del alfabeto que reemplazó a la oralidad primaria-: cuando el pensamiento y el lenguaje inscrito en la escritura alfabética se separaron de la persona que lo hablaba, lo que condujo a un nuevo enfoque de la personalidad del hablante.  (Havelock 1996 Pág 161)

Esta explicación corre el riesgo de ofender profundas emociones fundadas en la fe religiosa. La individualidad y el alma, expresadas en griego, evocan unas convicciones que en Occidente han recibido el poderoso refuerzo de dos mil años de cristianismo (aunque merece la pena observar que estas concepciones están ausentes del Antiguo Testamento) Ibid anterior.  

Dejando de lado el sentimiento religioso, hay aspectos de la teoría especial de la escritura griega que acaso encuentren alguna resistencia entre los filósofos modernos. Se puede demostrar que el existencialismo tiene ciertas afinidades con el oralismo y cierta mezcla entre los dos se ha podido observar entre críticos e historiadores franceses Ibid Pág 162

Pero ¿cómo puede avenirse la tradición idealista alemana, que empieza con Kant y se expresa en muichas formas posteriores, con la proposición de que el intelecto del hombre, en tanto que se distingue del resto de su propiedades psíquicas fue sólo "descubierto" o, cuando menos, plenamente advertido como "existencia, a finales del siglo W a.C., y que eso fue, en efecto, un acontecimiento lingüístico?  Pág 162
Los filósofos analíticos y los lógicos, que vienen dominando una parte tan grande del expectro filosófico de Inglaterra y los Estados Unidos, quizás vean en ello -el hecho de que la separación sujeto objeto aparece con la escritura alfabética)  cuestiones  . Pero su disciplina tiene sus prejuicios propios. No puede menos que favorecer la suposición de que los procedimientos de la lógica, lejos de ser un descubrimiento de los alfabetizados, están arraigados en la naturaleza humana y siempre lo han estado, con tal de que la naturaleza humana supiera imponerse la disciplina necesaria para usarlos. Una conciencia oral que opera con la ambivalencia y no se halla sujeta a las leyes de contradicción no puede ser, desde este punto de vista, una conciencia válida. Es cierto que tanto los oralistas como los lógicos se toman en serio el lenguaje como conducta humana; (...) Pero cuando la capacidad de hacer eso se atribuye a los efectos de un acontecimiento histórico particular -la invención del alfabeto griego-, entonces los filósofos analíticos que suponen que sus métodos son universales se encuentran frente a la siguiente alternativa: o bien sostener que la tecnología del alfabeto no tuvo importancia alguna porque dichas capacidades han existido siempre, o bien condenar y rechazar la oralidad prealfabética como una condición verdaderamente primitiva de la comunicación que, por suerte, hemos dejado atrás. Pág 163
  

sábado, 13 de abril de 2013

La imaginación dialéctica. Una historia de la escuela de Frankfurt y el Instituto de investigación Social (1923-1950) JAY MARTIN Taurus Madrid, 1974 Traducción de J. C. Curutchet


LA GÉNESIS DE LA TEORÍA CRÍTICA  

Considerada desde las alturas de la razón, toda vida parece una enfermedad maligna y el mundo un manicomio. GOETHE 

Yo desconfío de todos los sistemáticos y me aparto de su camino. La voluntad de sistema es una falta de honestidad. NIETZSCHE




En el corazón mismo de la Teoría Crítica había una aversión a los sistemas filosóficos cerrados. Presentarla de ese modo distorsionaría por consiguiente su cualidad inconclusa, investigadora, abierta. No fue accidental que Horkheimer escogiera articular sus ideas en ensayos y aforismos antes que en los tomos voluminosos tan característicos de la filosofía alemana. Aunque Adorno y Marcuse fueron menos reacios a hablar a través de libros completos, también resistieron la tentación de convertir esos libros en exposiciones filosóficas sistemáticas y positivas. La Teoría Crítica, como su nombre indica, se expresó en cambio a través de una serie de críticas de otros pensadores y tradiciones filosóficas. Su desarrollo se produjo así a través del diálogo, su génesis fue tan dialéctica como el método que pretendía aplicar a los fenómenos sociales. Sólo confrontándola en sus propios términos, como un tábano de otros sistemas, puede comprendérsela plenamente. Lo que este capítulo intentará, en consecuencia, es presentar la Teoría Crítica tal como fue concebida inicialmente en la década del treinta, a través de una interacción contrapunteada con otras escuelas de pensamiento y con una realidad social cambiante.

miércoles, 20 de febrero de 2013

De la homosexualidad "pederasta"del Siglo XIX, a la "camaradería viril" entre los homosexuales de las "'élites"y los de las clases populares. Un rastro nuevo del surgimiento del pensamiento del fascismo y de las extremas izquierdas, que junto con otros definen la barbarie desatada en toda la mitad del Siglo XX.

E. M. FORSTER famoso célbre por su libro Pasaje a la India
y por su novela gay publicada póstumamente Maurice

Didier Eribon, Reflexiones sobre la cuestión gay. Editorial ANAGRAMA, Barcelona, 2001. pp. 291-293
Christopher Isherwood, sentado sobre el piso con su  "viril"amigo detrás




(…) No es posible, por tanto, hablar de la cultura homosexual  “elitista” sin reubicarla en una cultura mucho más amplia en la que participa un gran número de personas y en la que se codean prostitutos de las clases medias, gerentes de cabarés o de burdeles y sus clientes de todos los orígenes sociales. Aunque sólo fuere porque los honorables universitarios, artistas o escritores  iban a buscar a sus compañeros  sexuales a esos lugares. Symonds cuenta que un amigo le llevó un día a un burdel de chicos (en 1877). Y, poco después, tuvo lo que parece haber sido su primera experiencia sexual satisfactoria con un soldado que se prostituía, y al que había conocido en un sitio donde sabía que encontraría lo que buscaba. Sin duda esos encuentros con la clase de hombres que le gustaban de verdad explican, al igual que su evolución intelectual, el hecho de que en los años 1890 superase la simple defensa de la “pederastia” para emprender una apología de la “camaradería” basada en la amistad entre hombres. Le emocionó tanto, en efecto, el encuentro con aquel soldado que decidió volver a verle por el mero placer de hablar con él (“sin pensar en el vicio”, dice). Comenta: “Esta experiencia tuvo una gran importancia en mi vida. Me enseñó que la mutua atracción física entre dos hombres podría representar el punto de partida de una profunda amistad.”[1] Tras haber abandonado Inglaterra para afincarse en Davos, con el fin de cuidar sus pulmones enfermos pero también, sin lugar a dudas, de escapar de la atmósfera asfixiante de su medio social y de la Inglaterra victoriana, J. A. Symonds se abandonará al “vicio” que le atraía tanto, y a partir de entonces le gustará pasar el tiempo entre campesinos suizos y gondoleros venecianos.
                Hallamos esta imbricación entre la cultura de la “’elite” y la de las clases populares en la vida –y al menos en la obra- de numerosos autores de los que cabe afirmar que han desempeñado un papel bastante importante en la aparición de un discurso homosexual en el siglo XX. Parece ser que el “tipo sexual ideal” ha sido, en opinión de los homosexuales de las clases altas, el joven de las clases populares y, para muchos de aquéllos, el joven “viril”. Éste llegará a ser algo así como un modelo a principios del siglo XX. E. M. Forster, por ejemplo, declarará que quería simplemente amar a un joven robusto de las clases populares y ser amado por él, y hasta sufrir por él”.[2] Podría decirse incluso que uno de los temas principales de Maurice es justamente el encuentro, la interacción y la confrontación entre esas dos culturas homosexuales masculinas, la de la “élite” y la de las clases populares. Esta transgresión de las fronteras de clase en una sociedad en que son tan rígidas puede incluso revestir los colores de la utopía, como cuando Forster afirma: “La mezcla de los estratos sociales en el amor masculino me parece una de sus características más acusadas y socialmente más prometedoras. Cuando se produce, suprime las distinciones de clase.”[3] Cabría mencionar igualmente a Isherwood o Auden. En definitiva, las novelas publicadas por el primero en los años treinta, como dirá sin rodeos en su autobiografía de 1976, hablan de sus encuentros con jóvenes de la clase trabajadora en Alemania, aun cuando esta realidad se disimule en los textos. [4] Y podemos suponer que ese contacto con la clase obrera, y el consecuente conocimiento de sus condiciones de vida, fue efectivamente uno de los factores determinantes de su compromiso con la izquierda. [5]
                Pero ya que hablamos del anclaje de esos intelectuales en la subcultura homosexual, no desdeñemos formular una pregunta que dista de ser secundaria: ¿qué pensaba de todo esto la mujer de Symonds? ¿Y la de Wilde? ¿qué pensará la de Gide? Porque los tres estaban casados, como tantos otros homosexuales.


[1] The Momoirs of John ADdington Simonds. Op. fi., p. 254
[2] Citado enJeffrey Weeks, Coming out, op. cit., p. 41
[3] Ibid.
[4] Christopher Isherwood, Christopher and His Kind, op. cit. Sobre Wystan Auden véase la biografía de Humphrey Carpenter, W. H. Auden, Londres, Allen y Enwin 1981.
[5] Sobre este punto, véase Florence Tamagne , Recherches sur l’homosexualité, op. Cit. T. 1, pp. 105-113. Es probable, por lo demás, que esta misma atracción por la masculinidad “sencilla” de los trabajadores desempeñe asimismo un papel en la fascinación que ejercen la extrema izquierda y todos los fascismo sobre cierto número de homosexuales. 

sábado, 16 de febrero de 2013

El odio a los “viejos”, por ejemplo, parece ser uno de los esquemas que estructuran conversaciones dentro del medio gay en la medida en que la sexualización potencial de las relaciones entre los individuos induce a hablar en términos despectivos e insultantes de todos los que ya carecen de valor en lo que es preciso denominar mercado sexual.

Didier Eribon (10 de julio de 1953) Filósofo Francés, biógrafo de Michel  Foucault




ERIBON, Didier: Reflexiones sobre la cuestión gay. Traducción de Jaime Zulaika. Editorial Anagrama. Barcelona. 2001. Págs. 190-191
Título de la edición original: Reflexions sur la question gay. Fayard, París 1999. Publicado con la ayuda del Ministerio francés de Cultura-Centro Nacional del Libro



`(…) Es verdad que el conjunto de fenómenos un tanto disparejos que podrían describirse como un “movimiento gay y lesbiano”,  en el sentido muy vago, muy impreciso, del término, es decir, el proceso de la visibilidad colectiva, de la afirmación homosexual, de la autonomía de los discursos y códigos sexuales y culturales, de la “resubjetivación” individual  colectiva (en cuanto que se producen como sujetos de sí mismos, como subjetividades reintentadas), está siempre necesariamente amenazada por esta recaída en un “práctico-inerte” que significa que los individuos se separan de nuevo y olvidan la “movilización” ya para reanudar el pensamiento serial sobre sí mismos (lo que tiene por consecuencia la desmovilización, el reflujo de la olla, las asociaciones desertadas por sus militantes, etc.), ya para conformarse con abandonar a la institucionalización lo que era una dinámica. Es lo que ocurre sin duda en esos barrios donde se concentran los comercios gays, donde se exhiben a cada cual mejor el dominio de la moda, el culto de la juventud, de la belleza, de la virilidad, y donde se rehacen y vuelven a formularse las modalidades de la exclusión de todo lo que se sitúa fuera de esas normas. Sería interesante confeccionar el catálogo de los insultos que circulan dentro de ese espacio y muestran que las víctimas de una forma de opresión que circulan dentro de ese espacio y que muestran que las víctimas de una forma de opresión no son forzosamente los últimos en ejercer por su cuenta todas las demás formas: racismo, misógina, desprecio por los ancianos, etc. El odio a los “viejos”, por ejemplo, parece ser uno de los esquemas que estructuran conversaciones dentro del medio gay en la medida en que la sexualización  potencial de las relaciones entre los individuos induce a hablar en términos despectivos e insultantes de todos los que ya carecen de valor en lo que es preciso denominar mercado sexual. Por otra parte,  hay que interrogarse sobre el hecho, tan sorprendente, de que la participación en ese mundo gay, en ese escenario gay”, es al final casi siempre provisional, y que los individuos se retiran de él más o menos por completo una vez franqueada la cuarentena, como ha señalado Michaël Pollack. (…)

lunes, 11 de febrero de 2013

Pertenecer a una categoría oprimida nunca ha impedido a nadie perpetuar la opresión de los demás.... Didier ERIBON

Didier ERIBON (10 de julio de 1953)  Filósofo francés. Biógrafo de
Michel Foucault
ERIBON, Didier: Reflexiones sobre la cuestión gay. Traducción de Jaime Zulaika. Editorial Anagrama. Barcelona. 2001. Págs. 178-179
Título de la edición original: Reflexions sur la question gay. Fayard, París 1999. Publicado con la ayuda del Ministerio francés de Cultura-Centro Nacional del Libro


(...) pertenecer a una categoría oprimida nunca ha impedido a nadie perpetuar la opresión de los demás (ser víctima del racismo no impide ser racista o adherirse a ideologías políticas conservadoras y hasta retrógradas e incluso fascistas. [1] Como dice Goffman, “el individuo estigmatizado en eun aspecto pppuede manifestar todos los prejuicios de la gente normal respecto de los que sufren el estigma en otros aspectos”. [2] Así, no debería haber una idea preconcebida de la solidaridad de los dominados o de los oprimidos: sólo puede construirse, adquirirse, a menudo en contra de los prejuicios que estructuran los modos de pensamiento de los propios dominados.
            Pero incluso si es dominante socialmente, el homosexual está siempre dominado como homosexual. Al igual que las mujeres, como dice Pierre Bourdieu en La dominación masculina, sea cual sea su posición en la jerarquía social, están siempre, dentro del espacio particular al que pertenecen, en relación de inferioridad con los hombres, o más exactamente, por emplear la fórmula de Bourdieu, “separadas de los hombres por un coeficiente simbólico negativo”, [3] así también los homosexuales están siempre en una situación de inferioridad simbólica en el espacio social específico que les corresponde.            Pero esto explica también por qué, sea cual sea su posición en el orden social, individuos a los que todo separa pueden sentir una afinidad profunda mutua – aunque sólo fuese puntualmente-,  porque ocupan una posición análoga en el orden sexual que rige de la misma forma los espacios sociales –tan distintos, sin embargo- a los que pertenecen. Es, además, probable que esta solidaridad “sexual”, si cabe llamarla así, tenga tendencia a decrecer a medida que los efectos de la clandestinidad se atenúen y se desarrolle la visibilidad gay y lesbiana.

[1] El judío puede ser racista, el negro antisemita, el homosexual racista y antisemita. Etc. El paradigma de esta insolidaridad puede encontrarse en la actitud de August von Platen y Henri Heine. El primero había denunciado al segundo como judío, y éste se burló de él como homosexual. (véase Hans Mayer) Les Mrginaux. Femmes Juifs et homosexuels dans la littérature europénne. París, Albin Michel, 1994, pp. 220/237)
[2] Ervin Goffman, Stigmate. op. Cit. , p. 161
[3] Pierre Bourdieu. La Domination masculine, op. cit. pp. 100-101

miércoles, 26 de septiembre de 2012

BOURDIEU Pierre- PASSERON Jean Claude LOS HEREDEROS, los estudiantes y la cultura. Siglo XXI de Argentina. Buenos Aires 2010. Traducción de Marcos Mayer.

1.- La elección de los elegidos
(...) la facultad de letras, y en su interior, disciplinas como sociologìa, psicologìa o lenguas pueden también servir de refugio para los estudiantes de las clases más educadas que, "obligados" socialmente a una enseñanza superior, se orientan, a falta de una vocación positiva, hacia esos estudios que les brindan al menos la apariencia de una razón social. El porcentaje relativo de estudiantes de letras provenientes de una categoría social dada tiene por lo tanto una significación equívoca porque la facultad de letras puede ser para unos una elección y para otros un refugio. (...) Pág. 21
(...) la influencia de la edad no se ejerce jamás de manera unívoca en los diferentes dominios de la existencia y sobre todo entre sujetos originarios de medios sociales diferentes y comprometidos en estudios diferentes, pudiendo ser la antiguedad, como lo hemos visto, un aspecto de la desventaja social o, a la inversa, un privilegio del "eterno estudiante". (...) Pág. 26
(...) Al definir posibilidades, condiciones de vida o de trabajo completamente diferentes, el origen social es, de todos los determinantes, el único que extiende su influencia a todos los dominios y  todos los niveles de la experiencia de los estudiantes, y en primer lugar a sus condiciones de existencia. El hábitat y el tipo de vida cotidiano que le está asociado, el aumento de recursos  y su reparto entre las diferentes partidas presupuestarias, la intensidad y la modalidad del sentimiento de dependencia, variable según el origen de los recursos así como según la naturaleza de la experiencia y los valores asociados a su adquisición, dependen directa y fuertemente del origen social al mismo tiempo que refuerzan su eficacia.
¿Cómo hablar, aun de manera simplificada, de la "condición de estudiante" para caracterizar a un medio donde la ayuda familiar hace vivir al 14% de los estudiantes hijos de obreros, obreros rurales, empleados y clases subalternas y a más del 57% de los hijos de la clase alta o profesionales liberales, mientras que el 36% de los primeros estàn obligados a trabajar fuera de sus horas de estudio y sólo lo hace el 11% de los segundos? (...) Pág. 27

(...) los estudiantes de origen burgués, reconociendo claramente y también tan unánimemente como los demás la existencia de técnicas de trabajo intelectual, muestran un mayor desdén respecto de aquellas a las que habitualmente consideran incompatibles con la imagen romántica de la aventura intelectual, tales como la posesión de un fichero o de un horario. Sólo las modalidades sutiles de la vocación o del manejo de los estudios revelan el carácter gratuito de los compromisos intelectuales entre los estudiantes de clase alta. (...)

(...) Si el diletantismo en la conducta de los estudios es más particularmente propio de los estudiantes de origen burgués es porque, más seguros de mantener un lugar, aun ficcional, al menos en una disciplina de refugio, pueden, sin riesgo real, manifestar un desapego que supone precisamente una seguridad mucho mayor: leen menos obras directamente ligadas a los programas y obras menos académicas; están siempre más dispuestos a realizar estudios múltiples y se ocupan de disciplinas alejadas o en facultades diferentes; son siempre los más dispuestos a juzgarse con indulgencia, y esta complacencia mucho mayor, que denuncia la estadística de los resultados educativos, les asegura en muchas situaciones -la oral, por ejemplo- una ventaja considerable (...) Pág. 32

(...) En resumen, la eficacia de los factores sociales de desigualdad es tal que la igualación de  los  medios económicos podría realizarse sin que el sistema universitario deje por eso de consagrar las desigualdades a través de la transformación del privilegio social en don o en mérito individual. Mejor aún, habiéndose cumplido con  la igualdad formal de posiblidades, podría poner todas las apariencias de la legitimidad al servicio de la legditimación de los privilegios. Pág. 45.

sábado, 25 de agosto de 2012

DE RENTISTAS Y ESPECULADORES, o la falacia de que el llamado "Mercado de Capitales" sea un elemento necesario y suficiente para la expansión de la producción capitalista.


 GOWAN, Peter: La apuesta de la globalización  (The Global Gamble); Cap. II: Los “mercados de capitales”, los sistemas financieros y el sistema monetario internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial. © Ediciones Akal, Madrid, 2000 (© Peter Gowin, 1999)                   
(Pág.25, tercer párrafo)
La noción de que una gran expansión del tamaño de los “mercados de capitales” constituye un síntoma de tendencias positivas de la producción capitalista es tan falaz como imaginar que una vasta expansión del sector asegurador es un signo de que el mundo se ha convertido en un lugar mas seguro. El aseguramiento puede funcionar de la manera inversa: cuanto mayor sea el número de delitos, mayor será el mercado de seguros sobre la propiedad. Similarmente, cuando se hacen, de la noche a la mañana, grandes fortunas en los “mercados de capitales”, la regla elemental más útil para interpretar tales tendencias es la que asevera que algo dentro del capitalismo está funcionando muy mal desde el punto de vista social.
Exploraremos algunas de estas cuestiones, empezando por el rasgo más obvio de los sistemas financieros, su papel como oferentes de crédito.
El crédito implica prestar dinero a terceros con el acuerdo de que devolverán el dinero más tarde con un premio o royalty normalmente en la forma de un tipo de interés[1]. No hay nada necesariamente capitalista en el crédito y grandes áreas de los sistemas de crédito nacional no están relacionadas en absoluto con la producción. Los trabajadores pueden colocar su dinero en cooperativas de crédito y obtener préstamos de éstas en tiempos difíciles con la esperanza de devolver el dinero en tiempos mejores. Pagan una comisión por el servicio, pero ésta puede ser pequeña, porque la cooperativa es una entidad sin ánimo de lucro. Tales cooperativas satisfacen necesidades de consumo, no de producción, y no son capitalistas.  Las cooperativas de viviendas que se limitan al mercado inmobiliario juegan un papel similar a la hora de ofrecer créditos a la gente que compra una casa. Un rasgo común de estos tipos de organizaciones es que el dinero-crédito que emiten proviene directamente de los ahorros depositados en ellas. En otras palabras, sus recursos proceden de la producción anterior de valor en la economía: los ahorros de los empleados provienen de los salarios que ya han ganado en la producción[2].
Los bancos son diferentes porque pueden crear nuevo dinero en sus operaciones de crédito. Podemos percibir esto cuando nos percatamos que, en cualquier momento, los bancos, en su conjunto, podrían estar dando a todos los agentes económicos más dinero del que tienen en sus depósitos. . Así, está circulando más dinero en la economía que el que se deriva de los ahorros generados por la pasada creación de valor. Parte del dinero es, en realidad, lo que podríamos llamar dinero ficticio: dinero procedente no del pasado, sino de las expectativas de que será validado por futuras actividades productivas[3]. En el marco del capitalismo los bancos tampoco tienen que funcionar como compañías capitalistas privadas. A comienzos de la década de 1990, por ejemplo, más de la mitad de los cien mayores bancos europeos eran de propiedad pública y sus criterios financieros de funcionamiento eran, en principio, asuntos de interés público. Incluso aunque sean privados, los bancos juegan un papel tan esencial y poderoso en la economía pública, debido a su capacidad de emitir dinero-crédito, que cualquier capitalista sensato se asegurará que el Estado  esté interfiriendo constantemente en sus actividades (aunque, por razones ideológicas, se prefiera que estas funciones estatales conserven un “perfil bajo”). Como señala Kapstein: “Se dice a los bancos cuánto capital deben mantener, dónde pueden actuar, qué productos pueden vender y cuánto pueden prestar a una empresa”[4]

La existencia de este dinero-crédito ficticio es muy benéfica para el conjunto de la economía, debido a su papel a la hora de facilitar la circulación de mercancías. Sin él el desarrollo económico sería mucho más lento. Es especialmente relevante para los patronos, al permitirles disponer de grandes cantidades de dinero para adquirir equipos, que rendirán su máximo valor en la producción de años futuros. Si los empresarios pudieran invertir sólo los ahorros reales, es decir, el dinero derivado de la anterior creación de valor, invertir en capital fijo sería mucho más costoso, demasiado, en realidad, para buena parte de la inversión. El crédito también se ha convertido, por otro lado, en un medio muy importante de expandir la compra de bienes por parte de los consumidores. Este es otro modo de decir que las economías modernas están asentadas en grandes cantidades de deuda. De manera que los bancos juegan un papel fundamental tanto al canalizar ahorros como al crear nuevos fondos (dinero ficticio) para la inversión productiva. La totalidad de la economía capitalista podría ser dirigida con un sistema financiero que consistiese únicamente en tales bancos.
Históricamente, sin embargo, se han desarrollado otras formas de instituciones financieras, especialmente en el mundo anglosajón, que han desempeñado un papel central en el desarrollo histórico del capitalismo. En primer lugar, han surgido las acciones y los bonos como medio de obtener fondos. Una compañía  puede ofertar acciones e invertir los recursos obtenidos en actividades empresariales. Las acciones son trozos de papel que otorgan el derecho a la percepción de futuros dividendos derivados de las actividades de la compañía. Las compañías y los gobiernos también pueden vender bonos y emplear los recursos obtenidos para una variedad infinita de propósitos. Similarmente, estos bonos son trozos de papel que confieren al poseedor el derecho a percibir una suma fija de rentas futuras durante un determinado período de tiempo. Un rasgo especial de las acciones y de los bonos (conocidos colectivamente en Inglaterra desde el siglo XVII como “valores”) es que el establecimiento de los mercados secundarios permite que la gente compre y venda estos trozos de papel, que otorgan al poseedor el derecho a disfrutar de beneficios futuros. Hoy hay un sinfín de trozos de papel que pueden comprarse y venderse y que autorizan al poseedor a disfrutar de algún tipo de derechos o beneficios futuros. Puedo comprar y vender papel que me da derecho a comprar y vender moneda a cierto tipo de cambio en un determinado momento futuro. Ha habido un enorme crecimiento del mercado de tales derechos de papel. El término genérico que se da a todas estas unidades de papel comercializable es el de “títulos”.
Es importante reconocer que, aunque la emisión inicial de una serie de bonos y acciones sea un medio para obtener fondos que pueden (o no) usarse para la inversión productiva de capital, los mercados secundarios de estos títulos no contribuyen directamente a la inversión productiva[5]. En vez de ello, los operadores de estos mercados (por ejemplo, el Mercado de Valores) están comprando y vendiendo derechos sobre el valor futuro que se creará en futuras actividades productivas. No están entregando fondos para esa actividad productiva; están negociando la autorización a disfrutar de los beneficios futuros que tales actividades reporten. Estos derechos sobre los beneficios futuros de la futura actividad productiva son derechos directos o indirectos. Una acción de la Ford es un derecho directo sobre la creación futura de valor por parte de Ford. El bono que poseo del gobierno ruso es un derecho indirecto sobre la futura producción rusa de valor. Conservo el bono no porque crea que el gobierno ruso producirá valor, sino porque me pagará mi renta imponiendo impuestos sobre la actividad productiva de terceros en Rusia: si no hay producción no habrá beneficios para mi bono.
Esbozado este trasfondo, podemos ahora volver al término “mercado de capitales”: este término, en realidad, se refiere principal, aunque no exclusivamente, a los mercados de títulos, puede no tener nada que ver directamente con la oferta de fondos de inversión de capital. Puede tener que ver más con el proceso inverso: la negociación de los derechos que autorizan a beneficios procedentes de la futura creación productiva de valor. Al mismo tiempo, los créditos bancarios y los bonos pueden servir para funciones de obtención de capital, pero también pueden servir para otros propósitos,. Y ni los mercados de divisas ni los mercados de derivados tienen nada que ver con la inversión de capital; examinaremos más tarde cuáles son sus funciones.
¡Cómo puede producirse un abuso del lenguaje tan evidente por medio del cual varios tipos de mercados financieros se describen como mercados de capitales? La respuesta se encuentra en que  en que no se trata de ningún abuso del lenguaje: los rentistas y los especuladores. Los rentistas son aquellos que derivan su renta de la obtención de beneficios sobre la producción futura. Los especuladores son aquellos que derivan su renta de la negociación de títulos y monedas que intentan vender a un precio superior al que los compraron.
Como se desprende de nuestro análisis, los rentistas no son, en principio, un elemento integral del capitalismo. Aquellas partes de la reproducción del sistema que necesariamente implican la canalización de fondos monetarios a partir de la creación de valor anterior y de créditos en forma de dinero ficticio podrían ser gestionadas enteramente por bancos comerciales (que podrían ser de propiedad pública).
De este modo, cuando examinemos el crecimiento de los llamados “mercados de capitales globales”, descubriremos que buena parte de su actividad no está relacionada con el suministro de capital para la actividad productiva. Lo está en cambio, con la negociación de los derechos sobre la producción futura en diferentes partes del mundo o con la actividad empresarial que ofrece varios tipos de seguro contra el riesgo. La tendencia en la organización de los flujos financieros ha privilegiado progresivamente los intereses de los rentistas y especuladores sobre las exigencias funcionales de la inversión productiva. Este hecho se revela mediante un examen de las tensiones entre lo que podríamos denominar los dos polos del capitalismo, el del capital que negocia con dinero y el de aquellos empresarios que emplean el capital en el sector productivo.


[1] El término royalty incluye el interés, la renta de la tierra, los impuestos, las comisiones por servicios financieros y los dividendos. Extraigo el término de Shaikh y Tonak (aunque ellos no incluyan los dividendos en su definición). Véase Anwar SHAIKH y E. AHMET TONAK, Measuring the Wealth of Nations. The Political Economy of National Accounts, Cambridge University Press, 1994.
[2] A lo largo de este capítulo el término “producción” se refiere a aquellas actividades que producen valores de uso. En las sociedades capitalistas no toda la producción de este tipo está controlada por el capital privado: por ejemplo, cocinar o el cuidado del hogar pueden no estarlo. No obstante, la parte fundamental del sector productivo sí lo estará. Sobre la definición de este término, véase Shaikh y Tonak, ibid.
[3] Véase Bob RWOTHOEN, Capitalism, Conflict and Inflation, Lawrence and Wishart, 1980, y David HARVEY, The limits of Capital, Blakwel, 1982. El libro fundamental de Harvey proporciona una excelente revisión del papel de las finanzas dentro del capitalismo.
[4] Ethan B. KAPSTEIN:  Governing the Global Economy: International Finances and the Suite, Harvard University Pres, 1994.
[5] La justificación económica de estos “mercados secundarios” es que su existencia facilita la búsqueda a compañías y gobiernos de compradores potenciales de sus accione y bonos: los compradores tienen la seguridad de que más tarde pueden vender fácilmente sus bonos y acciones en los mercados secundarios.